miércoles, 22 de septiembre de 2021

La extranjera del piso 12

 3 de febrero el año no importa

Hoy como todas las mañanas salí a dar un paseo con el Canis lupus familiaris de raza Airedale Terrier, mejor conocido como "EBA" (¿Qué hiciste?), su presencia en casa me ha obligado a salir de la rutina que venía triturando mi cerebro desde varios días atrás, obligándome a convertirme en una ermitaña urbana, ahora gracias a EBA puedo pasar el encierro de forma "normal", me dedico a observarlo,
paso una gran parte el tiempo analizando su conducta, y siguiendo sus movimientos, por momentos me da la impresión de saber lo que está pensando.
Sin percatarme me ha sacado de la rutina enfermiza en la que había caído, para iniciar otra un tanto más saludable.
Todas las mañanas salimos a disfrutar de un caminata. por lo general lo hacemos muy temprano cuando aún no hay seres humanos en las calles, hoy esa caminata se convirtió en una tortura, en el camino nos hemos encontrado con una cantidad infinita de mujeres embarazadas, me fue inevitable hacerle el comentario a mi canino amigo - ¡Orale Mira EBA! ¡Están regalando bebés!-
No terminaba de salir de mi asombro cuando una mujer embarazada con un niño en la carriola de tal vez dos años y la compra del super y el mercado, se nos acercó; con un poco de dudas para solicitar ayuda con la puerta de entrada al edificio.
Debido a mi acento es fácil percatarse de que no soy de aquí. Para la mayoría de mis vecinos soy la Extranjera de facciones árabes que habla con cierta fluidez el idioma, siempre tiene una sonrisa que regalar y parece gitana, pero nadie tiene la intención de acercarse y conocerme.
Con una sonrisa y mi acento raro le he ofrecido ayuda con las bolsas, mientras le sonreía al pequeño, mientras ingresamos al edificio y esperamos el elevador, puedo percibir en ella esa incomodidad que noto en la mayoría de la gente que tiene contacto conmigo por primera vez,
al ingresar al elevador, de pronto me pregunta:
-¿Eres extranjera cierto?, asiento con mi cabeza, ¿Romani?, ¿De Kosovo tal vez?
-No, le respondo con cierta seriedad, y con un tono de voz un tanto agresivo; no soy romani, no soy turca, tampoco árabe, ni provengo del medio oriente, Soy Mexicana, me llamo Mérida- concluyó con una sonrisa un tanto forzada
Noto que suelta el aire que venía conteniendo y relaja su expresión.
-¡Oh! ¿y qué haces tan lejos de tu país?
Con un movimiento de hombros y con un slag saravajense le respondo Que sé yo (STA ja znam!), la vida(eto zivot!) y mis decisiones( lose odluka!) me han traído aquí ( pa eto me tu sam), continuo con un tono sarcástico, he lanzado una moneda (Igrala sam, uba ci la sam kokcka na srac!) al aire para ver en qué parte del planeta debía perder la cordura y heme aquí.(Mislila sam hajde da vidimo gdje na svijetu se traba nena budala, i Evo me!
Me he cansado de esas preguntas, desde que llegué aquí todo el mundo me cuestiona lo mismo, me encantaría que me preguntasen cosas como ¿Eres feliz aquí? ¿Ya viste que en el parque hay flores nuevas?¿Cómo te sientes el día de hoy?, ¿por qué la gente no puede ser más creativa con sus preguntas? ¿por qué siempre me tiene que relacionar con los gitanos de forma ruda, a la defensiva y respirar profundo cuando les contesto que no lo soy?. Amo esta ciudad, me encanta el país, sus paisajes naturales, pero en ocasiones la gente me desespera.



    Soy primogénita, me preceden una hermana, dos hermanos y en el momento en que escribo estas líneas aún sobreviven mis progenitores, mi abuela paterna y una cantidad infinita de primos, tíos, y parientes que no he conocido en su totalidad, incluyendo a la pequeña de la familia. Crecí en un hogar que de acuerdo con los prototipos sociales se considera una familia modelo, sin embargo,  dentro de los conceptos de la psicología mi familia es más disfuncional de lo que muchos piensan, pese a eso funciona, ¿Cómo? es una incógnita. Puedo decir que dentro de los contextos culturales, sociales y religiosos mi familia es ideal, normal y no la escogí, se me dío la oportunidad de pertenecer a ella. 

    Crecí alejada de la urbe, en un ambiente provincial, en una casa que debido a mi concepción del espacio consideraba enorme, compartiéndola con mi abuela materna, una tía y otros parientes, la casa se encontraba rodeada de campos de cultivos florales, creo que de ahí proviene mi extraña fijación a los colores, en ocasiones esos cultivos se transformaban en campos de hortalizas, crecí amando el olor a tierra mojada, aprendí a dormir con el arrullo de ranas y grillos, y amaba jugar en los charcos durante la época de lluvias. Mis ojos desde pequeña se acostumbraron a las forma, tamaños y texturas de las cuales se compone la naturaleza.
    En algunas ocasiones, los recuerdos de mi infancia son muy vagos, pero cuando llegan a mi memoria  me sorprenden debido a la enorme cantidad de detalles que guardo de ellos. 
    Estudié la carrera de Biología, y siempre me ha gustado dibujar, soy pésima para ello, pero me gusta hacerlo, los mejores momento de mi vida de adolescente y "adulto joven" se los debo al reggae y a Toni Morris, me enamore perdidamente dos veces, y fue esa última la que de alguna forma me empujó a venir a este país.
    Heme aquí, sentada frente al computador, en una noche de invierno, viendo nevar, con la calefacción a todo lo que da,  haciendo un ejercicio de escritura, para olvidar cosas y para recordar otras más, el objetivo intentar entender la razón de mi existencia. Yo soy la extranjera que habita en el piso 12, en el departamente 1, de la calle llamada Brcanska, en la lejana y confundida ciudad de Sarajevo, hay muchas cosas que amo de este pequeño espacio llamado CASA, una de ellas es el balcón que está junto a la sala y que de alguna forma he convertido en mi jardín personal, en el he plantado cempasúchil, epazote, tomates, cilantro, violetas, cactáceas y orquídeas, en las tardes de verano, saco mi silla, y me siento ahí a leer, a pensar  y a verlas crecer, durante el invierno son mis compañeras y llenan todos los rincones de la casa refugiándose al igual que yo del crudo invierno. Hoy mientras me preparaba algo para cenar después de una larga sesión invernal de natación, mientras le platicaba al viejito que está en la ventana de la cocina, llegó a mi mente una imagen tan nítida que por un momento sentí el aroma de las plantas y la brisa helada, los dos parados en el ventanal del salón de conferencias en el jardín botánico de Zapotitlán escuchando el canto de los insectos, percibiendo el aroma de las flores que se abrían para ser polinizadas, la luz de la luna llena alumbrando el desierto, permitiendo ver el color casi psicodélico del lugar, y nosotros prometiendo cosas que simplemente nos rebasaron. Y fue en ese momento que se me ocurrió esta descabellada idea, crear una bitácora a la cual he decidido llamar ITINERARIO PARA LA PÉRDIDA DE MEMORA.
    Tiempo atrás queme una y fue liberador, pero en este momento me temo que en este ejercicio lleguen a mí sucesos que me lleven a la locura, siento que inició una cacería de brujas y la pila de mi hoguera pinta para arder tan fuerte que las cenizas que dejará serán diminutas e imposibles de juntar nuevamente.

La extranjera del piso 12

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